lunes, 11 de junio de 2012

Un análisis del acoso escolar desde una perspectiva de género y grupo.


Decimos que un estudiante está siendo intimidado cuando otro estudiante o grupo de estudiantes: dice cosas mezquinas o desagradables, se ríe de él o ella o le llama por nombres molestos o hirientes. Le ignora completamente, le excluye de su grupo de amigos o le retira de actividades a propósito. Golpea, patea y empuja, o le amenaza. Cuenta mentiras o falsos rumores sobre él o ella, le envía notas hirientes y trata de convencer a los demás para que no se relacionen con él o ella. Y cosas como esas. Estas cosas ocurren frecuentemente y es difícil para el estudiante que está siendo intimidado defenderse por sí mismo. También es bullying cuando un estudiante está siendo molestado repetidamente de forma negativa y dañina. Pero no lo podemos llamar bullying cuando alguien se mete con otro de forma amistosa o como en un juego. Tampoco es bullying cuando dos estudiantes de la misma fuerza discuten o pelean.
En un reciente trabajo Ortega y MoraMerchán (2008), subrayan que el abuso de poder, el hostigamiento, la intimidación y los injustos malos tratos verbales, físicos o relacionales, así como la exclusión social y los rumores dañinos, no son un comportamiento puntual ni una respuesta esporádica, sino una secuencia de acciones repetidas entre unos protagonistas, agresor/es y víctima, cuya relación persiste en el tiempo y desarrolla una determinada y conocida dinámica. No se trata de un ataque simple, ni de una pelea, sino de un proceso de desigual equilibrio en el igualitario y recíproco equilibrio de relaciones interpersonales esperables entre los que tienen un estatus social homólogo.

Maite Garaigordobil, José Antonio Oñederra. Un análisis del acoso escolar desde una perspectiva de género y grupo. Universidad del País Vasco. 2009.

Archivo completo: http://web.ebscohost.com/ehost/pdfviewer/pdfviewer?sid=abc1d24c-b124-4c8b-b8f5-63e99acaf9a6%40sessionmgr12&vid=10&hid=13

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