lunes, 11 de junio de 2012

Acciones agresivas en el medio escolar: sentido subjetivo


El incremento paulatino de actos agresivos entre niños y adolescentes se ha constituido en uno de los focos más importantes de malestar en las instituciones escolares, tanto en el continente americano como en el europeo (Debarbieux, 2004). Tales comportamientos aparecen en el centro del motivo de consulta de un porcentaje importante de los padres que solicitan atención profesional para sus hijos en centros públicos o privados, y son, igualmente, tema de preocupación de las entidades gubernamentales en los distintos países.  Infortunadamente, esta problemática no sólo ha ido en aumento, sino que cada vez sus actores son más jóvenes (Dumas, 2000). Tradicionalmente, las ciencias del hombre se han dedicado a su estudio desde una perspectiva histórica, sociológica y antropológica en el marco de la violencia y el uso del po­der y la fuerza de unos grupos con respecto a otros. Desde hace algu­nos años, se reconoce la importancia de aproximarse a la dimensión subjetiva implicada en esta problemática, es decir, desde un punto de vista psicológico, en el contexto del lazo social que constituye el sujeto (Askofaré & Sauret, 2002).
Se ha buscado identificar elementos del entorno escolar que serían de­terminantes en la producción de este tipo de comportamientos y, en este sentido, Hughes, Cavell, Meehan, Zang y Collie (2005), a partir de un enfoque ecológico, mostraron las relaciones entre el grado de adversidad del contexto escolar y la eficacia del tipo de intervención propuesta a niños de segundo y tercer grado que presentaban agresividad.
En esta línea de ideas, muy tempranamente los investigadores se interesaron por los efectos del modelo pedagógico (Diatkine, 1985), o del modelo educativo en el seno familiar.

Ana Claudia Delgado. Acciones agresivas en el medio escolar: sentido subjetivo. Universidad del Valle. Cali, Colombia. 2010.

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Emociones de agresores y victimas de cyberbullying: un estudio preliminar en estudiantes de secundaria


La expansión de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC a partir de ahora) en nuestra sociedad ha causado un cambio aún no suficientemente reconocido en las formas de relaciones interpersonales. El mundo globalizado e interconectado en el que vivimos ha propiciado la aparición de entornos virtuales que funcionan como espacios de comunicación y que difieren, en diversos aspectos, de los escenarios presenciales. 
Todo tipo de comunicación en el marco de una red de relaciones interpersonales está, en sí misma, connotada emocional y moralmente, ya que está arbitrada por unas reglas socialmente construidas que se activan espontáneamente en el marco interactivo que crean los que realizan actividades compartidas (Ortega & Mora-Merchán, 1996). 
También en el uso de las nuevas vías de comunicación digital está presente, de forma más o menos explícita, el marco reglado que regula la comunicación, la acción y el poder con el que se relacionan los implicados en dicha comunicación (MoraMerchán & Ortega, 2007). No obstante, el uso de las TIC para mantener dicha comunicación no siempre garantiza que el proceso de regulación de la reciprocidad moral sea el adecuado, en la medida en que cualquiera de los agentes del discurso puede, si quiere, incluir elementos perturbadores que dañen la convención social sin recibir siquiera el espontáneo y natural reproche expresivo del rostro de su interlocutor, al otro lado del ciberespacio. Dicho aspecto puede convertirse en una oportunidad de dañar, de forma más incisiva, dado que el agresor se sabe impune, de manera directa, a la reacción de su interlocutor. De hecho, la red (Internet) puede ocultar no sólo las emociones y la connotación moral, sino la propia identidad de los sujetos que se comunican.

Rosario Ortega, Paz Elipe  y Juan Calmaestra. Emociones de agresores y victimas de cyberbullying: un estudio preliminar en estudiantes de secundaria. Universidad de Córdoba. 2009.

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Diferencias conductuales según género en convivencia escolar


Los estudios en convivencia escolar se iniciaron hace tres décadas. Los cambios sociales han aumentado la visibilidad de la violencia en la escuela, fomentando su investigación (Ortega y MoraMerchán, 2000). La violencia escolar incluye conductas disruptivas, indisciplina, agresiones al profesor, absentismo y acoso escolar, entre otras, que pueden aparecer asociadas (del Barrio, Martín, Almeida y Barrios, 2003). El acoso escolar ha sido ampliamente estudiado, observándose relaciones interpersonales asimétricas en las que el agresor abusa de su poder y la víctima no puede detener las agresiones, que se repiten sistemáticamente en ausencia de provocación con la intención de berir y desmoralizar (Olweus, 1993). Este desequilibrio de fuerzas caracteriza una relación de dominio/sumisión, generada por la perversión de un conflicto (González de Rivera, 2002). Se conoce también como maltrato o acoso entre iguales, intimidación, hostigamiento, mobbing o bullying (Defensor del Pueblo, 2007) y suele darse donde no es probable su interrupción, como el ciberespacio (Slonje y Smith, 2008).
Los conceptos de violencia y agresión son ambiguos, siendo definidos por el contexto cultural. Visible o no, la agresividad está siempre presente en las relaciones humanas (Ortega y Mora-Merchán, 2000). Un acto agresivo lo es por sus efectos y su intención, mientras que la violencia se reconoce más por sus consecuencias que por sus antecedentes, existiendo agresiones violentas y no violentas (del Barrio et al., 2003). En el acoso, las agresiones violentas serían verbales y físicas, considerando las relaciónales/indirectas como menos violentas, ya que el daño que producen, aún siendo grave, no es inmediatamente visible (Merrell, Buchanan y Tran, 2006), especialmente para las chicas (Westermann, 2008).

Silvia Postigo Zegarra, Remedios González Barrón, Carmen Mateu Marqués, Javier Ferrero Berlanga y Carmen Martorell Pallas. Diferencias conductuales según género en convivencia escolar. Universidad de Valencia. Valencia, España. 2009.

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Victimización Escolar: Clima Familiar, Autoestima y Satisfacción con la Vida desde una Perspectiva de Género


La victimización por los iguales en el contexto escolar, ha sido durante los últimos veinte años foco de atención de un importante gmpo de investigadores de las Ciencias Sociales (Espelage y Swearer, 2003; Olweus, 1978; Smith, 2003), y sólo recientemente en España ha emergido como un área relevante de investigación. Este interés en nuestro país, está probablemente asociado a los resultados de estudios pioneros que reflejaban que ser víctima de violencia escolar era un problema que afectaba a numerosos niños y adolescentes escolarizados e invitaban a estudiar en profundidad este problema por sus graves implicaciones (Defensor del Pueblo, 2000). Se considera que un estudiante es víctima de violencia escolar cuando percibe ser objeto permanente de comportamientos violentos realizados por otros estudiantes que no son sus hermanos y que no tienen por qué ser compañeros de clase(Hawker y Boulton, 2000).
La investigación sobre victimización escolar sugiere que estos adolescentes sufren, en muchas ocasiones, graves consecuencias psicológicas y sociales (Defensor del Pueblo, 2007). Así, por ejemplo, estudios previos han documentado cómo la victimización en la escuela está vinculada con la baja autoestima, la ansiedad, el estrés y una valoración negativa de la propia vida (Hodges y Perry, 1999; Hueber, 1991). Las víctimas de violencia escolar tienen un autoconcepto general negativo, una baja satisfacción con la vida (Estévez, Martínez y Musitu, 2006; Prinstein, Boergers y Vemberg, 2001) y un alto grado de infelicidad (Flouri y Buchanan, 2002). En este sentido, algunos autores han sugerido que el que los adolescentes muestren síntomas de infelicidad se podría atribuir al efecto de la victimización, pero también podría ser un factor de riesgo si aquellos que ejercen la violencia perciben que estos estudiantes son blancos fáciles por sus dificultades para defenderse por sí mismos (Cava, Musitu, Buelga y Murgui, 2010; Egan y Perry, 1998).

Amapola Povedano, Leo B. Hendry, Manuel J. Ramos y Rosa Várela. Victimización Escolar: Clima Familiar, Autoestima y Satisfacción con la Vida desde una Perspectiva de Género. Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España. 2011.

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La violencia escolar ¿violencia social?


La violencia en las escuelas se ha incrementado notablemente en los últimos años y simultáneamente, ha adquirido  ciertas características que la diferencian de la típica pelea callejera entre  grupos. Nuevas tecnologías participan de estas modalidades, que los angloparlantes han denominado   (bullying).
Cabe resaltar que esta violencia no tiene ninguna motivación política, no expresa una protesta hacia  el sistema, es simplemente el acoso de un grupo hacia alguien diferente e incluso hacia la institución.
La violencia en la escuela, comenzó a preocupar, cuando en septiembre del 2004, se produce un hecho inédito en la educación  Argentina: en Carmen de Patagones, un adolescente de 15 años llega a su escuela una mañana, portando el arma reglamentaria de su padre – suboficial de prefectura- y comienza a disparar contra sus compañeros, matando a tres de ellos e hiriendo a otros cinco.
Esta masacre, inédita en nuestro país, preocupó a todo el sistema educativo que se abocó a la tarea de encontrar un modo de comprender y prevenir futuras acciones de este tenor.
Lamentablemente, hay que reconocer que ha  sido poco lo que se ha logrado. La violencia ha ido en aumento y las causas que se barajan sobre los orígenes del problema, se limitan a  concluir que la violencia escolar  es el reflejo de la violencia generalizada que atraviesa a la sociedad actual.
La violencia escolar sigue en aumento y surgen nuevas modalidades de la misma, más sofisticadas y más perversas.
El bullying, se produce cuando un alumno, profesor o  empleado de la escuela, es victimizado en forma repetida y durante un tiempo prolongado por otro u otros  alumnos.  

Mabel Inés Falcón. La violencia escolar ¿violencia social? Revista Electrónica de Psicología Política. Buenos Aires, Argentina. 2009. Pág. 91 – 96

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Maltrato entre pares: conductas de intimidación y victimización en escolares chilenos


En la actualidad, la violencia entre los escolares constituye una inquietud creciente que los actores educativos buscan responder apoyados en la psicología. Sin embargo, los aportes a su prevención y atención provienen principalmente de diagnósticos y modelos europeos y norteamericanos. Estos relacionan la violencia escolar con factores que guardan diferencias importantes con el contexto chileno, tales como la estructura social y el sistema educativo. Una consideración que revela la necesidad de contar con recursos contextualizados para dar respuesta a esta problemática es que no solo los niños que presentan conductas de intimidación (bullying), sino también las víctimas del bullying, son consideradas poblaciones en riesgo, ya que la prevalencia de dificultades en la adaptación social como adultos en ambos casos es alta.
En el fenómeno del bullying se conjugan influencias culturales e individuales (Berger & Lisboa, 2009). Es necesario estudiarlas en nuestra población local para determinar si, por una parte, la influencia de las variables macro y micro que caracterizan a la violencia escolar y que están siendo estudiadas a nivel mundial siguen parámetros similares en nuestro contexto local y, por otra parte, para caracterizar el bullying dentro de nuestra cultura escolar.
La violencia en el ámbito escolar es un comportamiento ilegítimo que implica el uso y abuso de poder o la fuerza de una persona en contra de otra y/o de sus bienes. Es un problema que se da en la interacción entre los miembros de la comunidad escolar (MINEDUC-UAH, 2006). Es tal la relevancia que tiene la convivencia y la violencia en la educación a nivel mundial, que la UNESCO (2007) declaró esta década 2001-2010 como la “Década Internacional por una Cultura de Paz y No-Violencia para los Niños del Mundo”.

Verónica López. Maltrato entre pares: conductas de intimidación y victimización en escolares chilenos. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Viña del Mar, Chile. 2009.

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Los recuerdos del maltrato entre compañeros en la vida escolar.


Es bien sabido desde el punto de vista del desarrollo humano, la trascendencia de los llamados “períodos críticos” o estadios del desarrollo evolutivo del sujeto en formación, en los que cobra crucial importancia la resolución de determinadas tareas y desafíos.
Con mucha dificultad habrá desarrollo y bienestar si en las primeras etapas de la vida tuvo lugar un impase o handicap, por no decir trauma, con lo que no sólo la tarea queda pendiente, sino que el camino y la posibilidad de seguir el rumbo que lleva al crecimiento, al encuentro consigo mismo, al desarrollo de auténticas posibilidades y sueños, queda truncado.
La adolescencia es un período crítico y “una segunda oportunidad”, como bien fue dicho por Anna Freud (Blos, 1981). Esta fase de profunda remoción interior, de dolorosa pero saludable ruptura con el pasado (Freud, 1894), es el ensayo para el ingreso en el mundo adulto.
Para el adolescente, es imprescindible la ruptura con los padres y el apego y encuentro con sus iguales. Dicen Aberastury y Knobel (1986), hablando de las relaciones entre iguales en la adolescencia, “todos se identifican con cada uno”.
En este punto estriba la importancia de trabajar en la comprensión de este tipo de agresión que es el maltrato o rechazo entre escolares. Ha sido constatado que la experiencia de haber sido víctima de maltrato escolar deja huellas, heridas y dolor que impiden disfrutar de relaciones sociales seguras, confiadas y tener confianza en sí mismo.
En la literatura sobre el maltrato entre iguales se señala que la experiencia de maltrato no sólo tiene efectos clínicos inmediatos, como depresión, ansiedad y ausentismo escolar (Craig & Pepler, 2003), sino que también repercute en la vida adulta.

María Eugenia Reátiga. Los recuerdos del maltrato entre compañeros en la vida escolar. Universidad del Norte. Barranquilla, Colombia. 2009. Pág. 132 – 147.